Los Krapfen son mis bizcochos-bollos-pastelería favoritos entre todos los elementos pasteleros que nos podemos encontrar en una panadería alemana. Son parecidos a los donuts españoles pero sin agujero y mucho más esponjosos. Pueden estar rellenos de mermelada de melocotón, de frambuesa, de crema pastelera, de compota de manzana y decorados con azúcar en polvo, con un glaseado de diferentes colores, bañados en chocolate. La decoración de un Krapfen depende de la creatividad del pastelero o de la franquicia panadera que los distribuya.
En el norte de Alemania, los Krapfen se llaman Berliner y en Francia se llaman Beignets aunque se diferencian en el tamaño es el mismo producto. La temporada de Krapfen en Múnich empieza a mediados de Noviembre justo antes del periodo de Adviento y termina después de Carnaval dónde los Krapfen disfrutan de pleno protagonismo y apogeo. Aunque tengo que decir, que más de un Krapfen se cuela en alguna panadería en verano, primavera o sobretodo ahora al principio del otoño con las temperaturas más frías.
La pieza de Krapfen suele costar 1€, 0,70€, 1,50€ dependiendo de su relleno y de su decoración. Y… tiene unas hermosas 200kcal!! Tengo que confesar que son mi perdición y que una tarde me llegué a comer cuatro Krapfen… son terriblemente adictivos!
Lecker, lecker!!!!
ualaaaaaaaa! 200 Kcal?? por Dios! y yo que me los como tan alegremente! si es que están tan ricos 🙂 mmmm
Todas y todos caemos rendidos ante tamaña dulzura, verdad???? Y no hay con qué darle!!!! A disfrutarlas, que para recuperarse luego, siempre habrá tiempo y tecitos!!!!