Menudo frío que hace hoy.. acostumbrados a las temperaturas primaverales. Bueno, la verdad sea dicha, ayer por la tarde-noche ya hacía este frío y la niebla estaba cubriendo la mitad de la corteza terrestre muniquesa. Ese viento característico que tiene como consecuencia el cambio de tiempo… se notó ayer. Y hoy, frío, frío. Ah! Por cierto, en algunas calles ya están empezando a barrer las piedrecitas anti resbalones y la suciedad acumulada desde que empezó a nevar, y normalmente esto la hacen a finales de marzo… pronostican que no va a nevar más?
Ayer creo que mi compañero leyó mi post de ayer, porque por la noche me encontré unas sorpresitas cuando llegué a casa, y eso que el plan era hacer un tarta de fresas y frambuesas y listo. mmmm…. hay que tener cuidado con los agnósticos.
La anécdota importante con mis vecinos de este fin de semana es para contar, pero sobretodo lo que me chocó fue su humor negro. No se si os acordáis o igual no lo escribí, que teníamos muchos problemas con nuestros vecinos de arriba durante un año más o menos. El problema era que su televisión estaba altísima cada noche desde las siete de la tarde hasta la una de la mañana, y había días que la encendían ya por la mañana alrededor de las siete. Estaba tan alta la tele, que nos paseábamos por la casa escuchando por todas partes la tele en sonido Dolby Sound como en el cine. En el baño lavándome los dientes, en la cocina, en el comedor.. era insoportable. Habíamos subido a protestar más de una noche porque no podíamos dormir, y nunca nos habían abierto la puerta. Así que un día fuimos a hablar directamente con ellos, un sábado por la tarde con unos cascos inalámbricos. Al final estuvimos más de dos horas y descubrimos que el buen hombre tenía entre 70 y 80 años, que estaba más sordo que una tapia, pero que consideraba el «sonotone» para chicas, y por supuesto nuestra idea de unos cascos inalámbricos ni de lejos fue aceptada, y que a parte para suplir su sordera tenía una televisión en cada habitación con el mismo canal y a todo volúmen. De ahí que la escucháramos en todas partes y super alto. Su mujer tenía una televisión pequeñita para uso personal en la cocina. El caso es que según su argumentación, ese piso era suyo, vivía allí desde hacía más de cuarenta años y nadie tenía que decirle cómo vivir. Después de emplear métodos de negociación para crisis, el hombre reconoció nuestro derecho a dormir aunque vivéramos allí de alquiler y con menos de dos años de antigüedad. Una vez presentado el caso, presento la anécdota de este fin de semana. Mi compañero se encontró con la mujer del vecino y ésta le preguntó que cómo iba el volúmen de la tele (muy maja por preguntar), y mi compañero contestó, la verdad que muy bien, estamos muy tranquilos. Y a esto la mujer dijo, si, es que mi marido ha muerto hace dos semanas (aquí está la parte de humor negro). Ante dicha respuesta, mi compañero salió como pudo, y dijo que lo sentía mucho, le dió el pésame, y la mujer se echó a llorar. Nuestro vecino tenía problemas de corazón y llevaba un marcapasos y varias veces le preguntábamos que tal iba porque pasaban algún tiempo que otro en el hospital para revisión.
¡Cagüenlaleche con la señora! Suena a un crudelísimo «¡Se habrán quedado ustedes contentos!».
Homicidio involuntario.