Hace ya unos días invitamos a unos buenos amigos a tomar un té en casa… en la nueva casa.. vinieron con su hijo Mino de casi un año y para la ocasión yo había preparado unos merengues con sabor a agua de rosas y unos pralines (del curso de la Volkhochschule). Mi amiga Julia además de traer a todos los integrantes de su familia, marido e hijo, había traído unos pasteles de diferentes sabores y de ingredientes biológicos, pero también para sorpresa mía, había traído un regalo, un regalo muy especial y muy tradicional. Pan y sal, rústicamente envueltos y con una tarjeta con muy buenos deseos.
Me encantó la mezcla, Sal de Ibiza.. deliciosa, con pan tradicional alemán.. también delicioso. Es lo que cenamos aquella tarde y también la sal que utilizo a partir de aquel momento. La tradición es tradición, pero los buenos deseos de una amiga cuando se materializan es cuando cobran el sentido de que de verdad, de verdad se van a cumplir si voy a comer este pan, y esta sal. Las alegres conversaciones van a fluir en la cocina, dónde todo se cuece, dónde la vida cambia con cada comida, y con la sal, que da la vida, que da también los momentos de felicidad en la mesa.
«Brot und Salz» es una tradición alemana, que remonta a la edad media, quien tenía sal y pan era rico, porque tenía algo para comer. La sal era difícil de conseguir y cara, y el pan fresco y bueno no se encontraba en ninguna panadería de la vuelta de la esquina. Es el símbolo de desear y regalar felicidad, unidad familiar y el deseo de que la pareja o familia eche raíces para permanecer. Algunos también relacionan la palabra «salario» como una declinación de Sal, y por tanto con dinero. En este caso se regalaría también buenos augurios económicos a la pareja.
Nota: También se puede regalar Pan y Sal no sólamente a las personas que tienen una nueva casa sino a las parejas recién casadas.